Vivir con miedo no debería ser normal. Pero en este país, lo es.
Uno se acostumbra a escuchar que personas cercanas fueron asesinadas, desaparecidas o amenazadas. Yo misma he recibido amenazas después de declarar por la desaparición de mi amigo italiano. Me advirtieron que no mencionara al hombre con quien él vivía y trabajaba. No hice caso. Y desde entonces, vivo con miedo.
Últimamente, hemos notado gente extraña rondando fuera de mi casa. He alertado a mis vecinos, he tomado fotos de sus vehículos y las he compartido en el grupo de WhatsApp para saber si alguien los reconoce. Nadie los conoce. Y eso me confirma que no vienen por ningún vecino.
Alguien le comentó a Hugo que son ministeriales, agentes de la fiscalía que investigan delincuencia organizada y homicidios. Supongo que están relacionados con el caso de mi amigo italiano. Aunque también podría ser por el Lic. Gutiérrez, quien me vendió esta casa. Lo secuestraron en su oficina antes de que pudiéramos terminar los trámites. Intentamos contactar a su secretaria, su hermano, su esposa… pero nadie nos atendió. Decidí esperar a que apareciera. Nunca volvió.
Vivimos en un país peligroso. Aquí, el gobierno no protege: amenaza. Y los ciudadanos comunes somos lo que les conviene que seamos, según sus propios intereses.

No hay comentarios:
Publicar un comentario